Ayer murió Michael Jackson a la edad de 50 años en Los Ángeles debido a un fallo cardíaco, según afirman muchos medios. Hay muchas cosas de mi infancia que recuerdo, que tienen que ver con este genio. Sin duda, la que más fascinación (y al mismo tiempo miedo) me provoca, es el videoclip-película de “Thriller”, su éxito más sonado.
Esos zombies que salían de la nada y que convertían a Michael y a su chica en unos más, permanecen en mi recuerdo grabados en fuego.
Otra de las cosas que recordaré para siempre era el día de mi comunión, pero creedme, no por el acto en sí, sino por la recreativa de MoonWalker que había en el bar del convite.
Y la que más odio me provoca de todas las cosas que recuerdo sobre Jackson, es el día de fin de curso de 8º de E.G.B. Ese día me robaron una cassette original, concretamente Dangerous, y odiaré eternamente a quien lo hizo, aunque desgraciadamente no sé quien fué.
Aunque en realidad todo esto son cosas insignificantes, la verdad, y no lo digo en broma, son momentos de mi vida que me marcaron como persona, y ese es el legado que me ha dejado Michael Jackson.
No voy a ponerme a debatir aquí si la popularidad que se habia ganado durante los últimos tiempos se la había ganado el sólo a pulso o si había hecho bien en apartarse del mundo la música. Prefiero recordar al Rey del Pop por lo bueno.
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