Los hermanos Coen, vuelven a lo que realmente saben hacer bien. Tras una comedia un poco irregular («The Lady Killers»), retoman el género con el que se hicieron un nombre, pero aunque todo esto suene esperanzador carece de fundamento. «No es país para viejos» es una cinta sublime en diversos sentidos, pero falla estrepitosa y sorprendentemente en otros. Intentaré explicarme tras el salto.

Todo empieza cuando Llewelyn Moss (Josh Brolin) encuentra un maletín lleno de dinero, cosa que hace que Anton Chigurh (Javier Bardem) empiece a buscarlo, y lo persiga. Todo esto provocará un sendero de cadáveres allá por donde pase Chigurh en busca de su presa. La historia, sin ser demasiado original, en manos de los Coen cobra una excelencia plausible.

El filme comienza muy bien ya que desde el principio empieza creando expectativas y planteando cuestiones que piensas luego se contestarán. Su magnífica dirección y ritmo pausado, ilusiona, y las interpretaciones son impresionantes. Sin duda, tenemos que agradecer a los Coen, que fichasen a Javier Bardem, ya que aporta una interpretación increíble, y dota de una maldad incomensurable a su personaje.

Josh Brolin nos obsequia con un papel genial, interpretando a un tipo duro, que a pesar de todo le mueven unas motivaciones muy humanas. Tommy Lee Jones (Ed Tom Bell) está bien como siempre, aunque su papel es mucho más importante de lo que parece. Si bien el ritmo de la película, la fotografía y la dirección son perfectos, el desenlace de la historia decepciona y el final de la misma nos deja con ganas de algo más.

¿Y cual es el motivo? Tal vez sea lo sencillo del argumento, un guión mal finalizado o que la historia de la novela en la que se basa de Cormac McCarthy no de para más. Pero si tuviese que echarle la culpa a alguno de estos motivos, supongo que no sería a ninguno en concreto, sino a una mezcla de los tres. Tal vez la dependencia sobre el argumento y la pretensión de darle el mismo protagonismo al personaje de Jones que el que tiene en la novela sean los principales causantes. El sheriff Ed Tom Bell se pasea por la pantalla con el único cometido de ofrecer diálogos y monólogos pretendidamente impregnados de filosofía y humor negro, pero que no llegan a funcionar en ningún momento. Quizás sea un error por mi parte el no haberle prestado la debida atención que se merece este personaje, pero en mi opinión se trata de un punto flaco de la cinta que hace que lo que hubiese sido un gran filme, no lo sea tanto. Y con todo esto no quiero decir que «No es país para viejos» sea una mala película, sino que tal vez las expectativas han sido demasiado altas. Cabe destacar de nuevo las interpretaciones, ya que son lo mejor de la película y por lo que vale la pena verla. No os la perdáis.

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